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Imprimir esta páginaEnviar este artículo por E-mail, a un AmigoHistorias de Gnomos Por Malen del Bosque

Vía https://www.laautenticadefensa.net - Edición del 11/sep/2005


Hace unos días estábamos LOS GNOMOS reunidos en asamblea, al caer el sol, sentados sobre hongos como cada vez que discutimos sobre temas importantes... de pronto escuchamos ruidito a hojas moviéndose y comenzamos a percibir el inconfundible aroma de azahares que la precede... allí apareció, majestuosa, como siempre, con su delantal blanquísimo, planchadísimo, de bolsillo chiquito en el frente y pañuelito con puntillas apenas asomado... bouquet de azahares y rositas rococó en cunita de helecho, unidos apenas por una cintita argentina... Todos la reconocimos al instante: era nuestra Gran Maestra Gnómida que nos visitaba, trayendo con ella un millón de anécdotas que ya escuchamos un millón de veces sin cansarnos, sus lecciones de aprendizaje sobre la vida, y la certeza de que su sola presencia rescata del olvido a nuestros días de escuela primaria...

Ahí no más organizamos el fogón: olorcito a leña, mates de calabaza y palosanto, te de los bosques patagónicos, mermeladas de frutas de la huerta, duzuritas caseras para acompañar (estas nunca faltan en nuestra Casa de Gnomos) y orejitas bien atentas...

Estos son algunos de los recuerdos que LOS GNOMOS contaron como un homenaje a los maestros en su día:

- Mi maestra escribía poesías, y estimulaba en mí su arte. Tenía una voz suave, como de perlas, y un perfume a guardapolvo blanco recién estrenado que inundaba el salón y volaba por las ventanas hasta el patio...

- Mi maestra era poderosa. Era la dueña de las tres llavecitas mágicas: ¨POR FAVOR¨; ¨MUCHAS GRACIAS¨ y ¨DE NADA¨. Un día nos contó por qué las llavecitas eran mágicas: porque a uno se las regalan y uno las sigue regalando durante toda la vida... y siempre tiene tantas como quiera regalar... Una inagotable reserva de buena educación, las llavecitas...

- Mi escuela tenía un gran patio, con baldosas enormes, para jugar a la rayuela. Había un jardín también, con un ceibo centenario que ofrendaba sus flores a los chicos para hacer ¨patitos¨. Todavía tengo una, la guardo dentro de un libro. Le tengo cariño a mi patito de ceibo, porque me lo hizo con amor niño mi noviecito de la escuela primaria...

¡¡¡Felíz día, MAESTRAS, y hasta la próxima historia!!!

malen@losgnomosdelbosque.com.ar

Los Gnomos del Bosque Desayunos


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