Agustina es como un sol. Rubia, muy rubia. Maraña de rulos despeinados, pegoteados de caramelo. Carita redonda de sol de mediodía, ojos de cielo, mirada sincera, cachetones rosados, boquita de cereza, vocecita de nena chiquita, preguntas profundas...
A sus dos añitos ya desplegaba un inusual poder de síntesis, puesto de manifiesto en su versión libre de Blancanieves: "Mancaneves y los Sete Enanitos. Uno-dos-tes-cuato-cinco-seis-sete. Mancaneves en el boque con los sete enanitos. Mancaneves solita. Buja mala mala. Mazana. Mancaneves ta enfema. Mene Píncipe. ¡Chuic! (con gesto de manito tirando besos) ¡Se sanóoooooo!" (aplausos finales, saltitos y grititos de alegría).
Hoy, a los tres, tiene muy claros sus objetivos para el futuro: Agustina quiere ser Princesa. Y se lo dice a quien quiera escucharla. Naturalmente se está preparando para eso: pilas de libritos de cuentos de Princesas, toneladas de pinturitas y brillitos, unos cuantos vestidos largos, CD´s de música y películas con sus personajes favoritos, muñequitas Princesas como para no aburrirse.
Hace unos días a sus tíos se les ocurrió llevarla a una Exposición de Cachorros dirigida al público infantil. Cientos de stands de animalitos, y perdido en un rincón, un escenario en el que se presentaban obras de teatro cortas para chicos, con cantidades industriales de princesas, príncipes, magos, sirenitas y duendes. Agustina jamás registró perro, ni gato, ni pez, ni iguana alguna, pero se aprendió de memoria todas las canciones de las obras; recolectó besos brillosos y "coloreados" de todas las Princesas y Sirenitas; y obtuvo la palabra de caballero de un adolescente Príncipe de colita y pelo largo, quien le aseguró que ella sería princesa algún día...
De regreso en casa, la abuela leía una revista de actualidad en cuya portada aparecían la Reina Beatriz de Holanda, el Príncipe Guillermo y la Princesa Máxima, muy sonrientes, en un momento informal de su visita a Argentina. Alguien hizo el comentario: "Mirá Agustina, esta es Máxima, una Princesa de verdad". Agustina miró la foto con detenimiento. Se tomó unos segundos antes de levantar su mirada de agua clara y dijo, simplemente: "No, esa no es Princesa" con pasmosa seguridad. "¿Cómo que no es Princesa? Es la Princesa de Holanda. ¿Por qué decís que no?". Y ahí no más despachó su análisis y conclusión casi sin respirar: "Las Princesas tienen el pelo largo y medio despeinado. Usan vestidos largos con muchas polleras y zapatos plateados. Se pintan con muuuuuuuuuuuchos brillitos perfumados. Saben cantar y bailar muy bien. Algunas hasta vuelan. Y andan a caballo o en carroza. Esa NO es Princesa".
Contundente, la futura Princesa Mapuche de las tierras del Neuquén, dejó la revista a un lado y se fue a jugar, con su pelo largo medio despeinado tapándole la frente, su boquita de cereza pintada con brillitos perfumados, cantando y bailando sobre su majestuosa carroza-triciclo...
¡¡¡Hasta la próxima historia!!!
Malén del Bosque
malen@losgnomosdelbosque.com.ar
Los Gnomos del Bosque Desayunos - Tel. 422300